LICEO JOAQUIN
GUTIERREZ MANGEL
Departamento de
Cívica
Proyecto 1
trimestre 2016
Profesora
Stephanie Chacón
Integrantes
Brandon Mora
David Brenes
Josué Salazar
Tema:
tradiciones costarricenses
Grupo# 4
Desamparados
Objetivo general:
1: Enseñar
sobre las tradiciones de nuestro país
Objetivos
Específicos:
1: Hacer
que los estudiantes reflexionen para que las costumbres no se pierdan
2: Hacer entender las tradiciones a
las personas
Introducción:
Tradiciones Costarricenses son aquellas acciones que nuestros antepasados
crearon y la sociedad de ahora las repite por respeto a ellos y a nuestro país
lo identifica por esas tradiciones creadas, No hay que olvidar esas tradiciones
ya que identifican muchas cosas de nuestro país y que hay que seguir enseñando
a las generaciones en un futuro para no olvidar nuestras raíces y nuestras
costumbres que los ancestros nos dejaron
Las tradiciones
costarricenses son tan variadas como el paisaje mismo del territorio. Cada
provincia, cada comunidad tiene las suyas, pero hay unas que son de todos y en
las que cada costarricense se ve reflejado pues representa su pasado, su día a
día, su manera de ser.
Descubra las
tradiciones de los ticos que están llenas de entusiasmo, colorido y simpatía.
DESARROLLO
En este
desarrollo vamos a mostrar las tradiciones costarricenses y sus historias:
Tradición del
boyeo y la carreta típica
Desfile de
boyeros en San Isidro de Heredia.
Tradición del
boyeo y la carreta típica costarricense
La fabricación
de carretas de bueyes pintadas de forma característica es una de las
tradiciones culturales más famosas de Costa Rica tanto a nivel nacional como
internacional. La carreta fue el medio de transporte por excelencia
Rueda de
carreta típica.
El arte de la
carreta pintada se caracteriza por la coloración en formas geométricas, flores,
rostros y paisajes en miniatura, además de las características puntas de
estrella, todo lo cual se hace a mano. Generalmente, la carreta se pinta de
color anaranjado, blanco o rojo, y encima se le pintan los diseños
característicos, que en el pasado también se utilizaban para identificar la
comunidad o lugar de procedencia del boyero. La elaboración de estas carretas
es especialmente conservada en el distrito de Sarchí, en el cantón de Valverde
Vega, aunque las celebraciones a los boyeros (el que cuida y guía los bueyes
que jalan las carretas) se realizan en diversos cantones a lo largo y ancho del
país, como Escazú, donde se celebra el Día Nacional del Boyero, los segundos
domingos del mes de marzo en el distrito de San Antonio de Escazú, donde se
realiza un colorido desfile de carretas que recorre las calles principales del
cantón.
La tradición
del boyeo y la carreta típica costarricense es Obra Maestra del Patrimonio Oral
e Inmaterial de la Humanidad de la Unesco desde el 24 de noviembre de 2005.
Además, la carreta es uno de los símbolos patrios de Costa Rica, pues simboliza
la cultura de la paz y el trabajo del costarricense, la humildad, la paciencia,
el sacrificio, y la constancia en el afán por alcanzar los objetivos trazados
del pueblo costarricense.
Trajes típicos
La enagua de
vuelos amplios es parte de la indumentaria del traje típico.
Los trajes
típicos representan uno de los elementos más importantes del patrimonio
histórico y cultural de Costa Rica. Cada región y provincia del país tiene su
propio traje de gala o de trabajo, con folclor e historia detrás. Aunque el
traje es de tipo tradicional, ha ido sufriendo cambios tanto en las áreas
rurales como urbanas, debido a factores históricos. En la actualidad, los
trajes típicos son parte fundamental de las actividades cívicas y folclóricas
de cada pueblo del país. Se utilizan en actos conmemorativos, fiestas patrias y
actos culturales.
En el traje
típico tradicional, predominan los colores patrios dedicados a la bandera
nacional, que son utilizados principalmente en las actividades cívicas como las
celebraciones de la Independencia, la Anexión del Partido de Nicoya o el 11 de
abril. También existen trajes dedicados a las leyendas costarricenses, a la
flor nacional, a tradiciones locales, a música y danzas de cada pueblo, fiestas
populares y otras.
El traje típico
de Costa Rica se ha ido generalizando, de tal manera que los cambios se dan en
la combinación de colores que se utilizan, con predominio de los colores vivos.
La mujer generalmente utiliza una blusa blanca con vuelos, de color blanco, con
ribetes de diferentes combinaciones de colores. Característica es la falda de
vuelos amplios, larga hasta el tobillo, de elástico en la cintura y vivos
colores, cuyo diseño recuerda a la rueda de carreta típica pintada. Durante los
bailes folclóricos, las mujeres agitan esta falda dándole mucho colorido a la
interpretación de la pieza. Se utilizan sandalias de cuero en los pies, aretes
y se adornan la cabeza con trenzas, moños y flores, preferiblemente la guaria
morada, flor nacional. En ocasiones cargan canastas llenas de flores o portan
un delantal que hace juego con la blusa.
El hombre lleva
sombrero de ala pequeña. Dependiendo del personaje que representa, el sombrero
puede ser de tela blanca, cuando representa al campesino, o bien, un sombrero
de paja cuando se representa una persona de más recursos, como el gamonal.
Mientras en la mujer destaca la falda, el elemento indispensable del hombre es
el pañuelo, que puede ser rojo o azul, con decorados de figuras semejantes a
los que se observan en las carretas típicas pintadas. El pañuelo puede ir
anudado al cuello o en las manos, o atado a la cintura. La camisa es blanca o
de color claro, con pantalón largo. Un fajón de tela hace de cinturón. El caite
constituye el calzado. Pueden cargar alforjas o machete.
El primer traje
típico costarricense que se conoce históricamente es el indígena, que empezó a
ser utilizado en el país luego del descubrimiento y la conquista. Entre los
trajes indígenas que sobreviven hasta la actualidad, el que usa la mujer de la
etnia ngöbe, de la zona sur del país, es uno de los más conocidos, tejido de
pequeños cuadros de tela de muchos colores.
Otro traje
típico distintivo es el que corresponde a la provincia de Limón, que revela
influencia afroantillana y británica y difiere del traje tradicional del Valle
Central y Guanacaste. Era especialmente utilizado en los bailes de cuadrilla,
incluyendo elementos como guantes blancos, chaleco, camisa de algodón y zapatos
de charol en el hombre, y la enagua de colores estampados o el turbante
africano en la mujer.
Música
folclórica
La marimba ha
sido declarada instrumento nacional de Costa Rica.
La música
costarricense, como es el caso de la mayoría de las manifestaciones culturales
del país, es una mezcla de ritmos que llegaron de muchas partes. Dada la conformación
etnológica de Costa Rica, una serie de ritmos han confluido y se han ido
fusionando para dar origen a nuevas expresiones musicales, de carácter
autóctono. Se reconocen en ella influencias españolas, antillanas e indígenas,
y con el tiempo ha recibido también influencias de otras regiones de América
Latina. La música folclórica costarricense se produce en cuatro zonas
específicas del país: Guanacaste, Valle Central, Limón y Puntarenas. Sin
embargo, cabe mencionar que cada provincia es autónoma por lo que cuenta con su
propia idiosincrasia, además la música amerindia está presente en las diversas
zonas y complementa la cultura nacional. Entre los instrumentos coloniales
destaca la marimba, que fue declarada instrumento nacional de Costa Rica el 3
de septiembre de 1996 .Otros instrumentos son el quijongo, las ocarinas, el
bajo de cajón, el sabak, las flautas de caña, el acordeón, las chirimías, los
tambores, el güiro, la mandolina y la guitarra.
La música
guanacasteca es el tipo de música folclórica más representativa de Costa Rica,
cuenta con influencia española, nicaragüense, yucateca, cubana, panameña y
colombiana, y se manifiesta en la forma de puntos, batambas, arranca terrones,
floreos, tambitos, garabitos, parranderas, barranquitas y vals entre otros. El
punto guanacasteco es considerado el baile típico nacional. No tiene letra,
sino que es característico que se acompañe el baile y la música con la
entonación de bombas, que son coplas cortas y alegres en forma de cuartetos, en
las cuales los hombres y las mujeres se lanzan frases ingeniosas con fondo
romántico o picaresco. Las canciones tratan acerca de las costumbres típicas de
los pueblos, las familias campesinas y los quehaceres de la vida diaria, así
como de las aventuras del sabanero, peón a caballo que cuida del ganado,
describiéndolo como un personaje alegre, romántico, serenatero, bailador,
montador de toros y domador de caballos. Canciones populares son El torito,
Pasión, Amor de temporada, Pampa, Caballito nicoyano y otras.
La música y canciones
folclóricas han sido conservadas en el país de la mano de folcloristas como
María Mayela Padilla.
La música del
Valle Central tiene formas musicales e instrumentos de influencia europea, como
el acordeón, la trompeta, el bajo, el saxofón y los timbales. Entre los ritmos
más antiguos resaltan el vals costarricense, la jota, la mazurca y la polka,
introducidos por los españoles durante la colonia y que era representativo de
las clases altas de Cartago y San José. Patriótica costarricense, considerada
el segundo himno nacional de Costa Rica, es un ejemplo de vals costarricense.
También destacan el floreo, el tambito, y las batambas, entre las que destaca
el estilo "jorqueño, donde las canciones se caracterizan porque cada
estrofa es más larga que la frase musical, por lo que la letra "no calza
bien" con la música, y el cantor debe "echar una carrera" en
ciertas partes para no perder el compás, diciendo la letra en forma
"atropellada", lo que le da un matiz característico. Ejemplo de este
estilo es la canción Maicerita mía, de Lorenzo Lencho Salazar. Otros géneros
importantes son el tambito, el pasillo y los corridos. También existe otro
género llamado aire nacional, más acompasado y similar al vals, en la que
destacan las canciones Caña dulce y Guaria morada, ambas consideradas himnos
musicales del país. Otras piezas musicales importantes son El tambito josefino,
La botijuela, La tinaca, Café de Costa Rica, etc.
Las comparsas
son parte esencial de los Carnavales de Puntarenas.
La música
costeña puntarenense tiene sus orígenes en la mezcla de ritmos criollos como el
tambito generaleño y la cumbia colombiana. Puntarenas, puerto y ciudad costera,
recibió durante la Colonia influencia tanto del Virreinato de Nueva España como
el Virreinato de Nueva Granada. Entre los ritmos, el más distintivo es la
campera, ritmo alegre que se toca con guitarra. La provincia se caracteriza por
la celebración de las tonadas, canciones inspiradas en las "fiestas de los
novios", las "velas de los angelitos", el Carnaval de Puntarenas,
o las leyendas propias de la región. Otros ritmos de Puntarenas son el pasillo,
las comparsas, las parranderas y el bolero costarricense, cuyo mejor exponente
es el himno de la provincia, Recordando mi puerto, de Orlando Zeledón y una de
cuyas versiones más famosas han sido interpretada por el cantante puntarenense
Gilberto Hernández. Representantes de la música puntarenense son Octaviano
Solano (Tardes esparzanas), Carlos Luis Soto (El pescador artesanal, Paisajes
puntarenenses, Te conocí en Puntarenas), Alexander Flores (Mi Puntarenas, Si me
voy pa'l puerto), Freddy Camacho Luna (Canto a mi Puntarenas), Luis Jiménez
(Boca del río Barranca), Everardo Saborío (Atardecer porteño) y otros.
El calypso
limonense es patrimonio cultural de Costa Rica.
La música
afrocaribeña limonense tiene dos influencias: la española y la afroantillana.
El ritmo más importante es el calipso limonense, introducido en 1872 en el país
de la mano de inmigrantes jamaiquinos, por lo que tiene influencias del mentó
jamaiquino y el calipso trinitario, pero que a su vez ha desarrollado un estilo
propio. De los ritmos costarricenses, es el más rítmico y actualmente es
considerado patrimonio nacional. Utiliza instrumentos como el quijongo, el bajo
de cajón, el ukulele, el sheky-sheky, las maracas, la guitarra, tambores,
bongoes, tumbas y cencerro. Los autores de los calipsos suelen improvisarlos,
abordando temas que relatan las situaciones económicas y culturales que
acontecen. Generalmente, los cantan en inglés o en mekatelyu, aunque en
ocasiones introduciendo frases en español, lo que le da un aire característico.
Entre los principales calipsonians se encuentran Walter "Gavitt"
Ferguson (Cabin in da Watta, Callaloo, Carnaval Day, Carolyne, Tacuma and
Anancy, Landlady, Black man food), Cyril Sylvan (Stop doing what you doing, La
canción de la langosta, Skelintan, Fire in the land, Zancudo con dengue),
Manuel Monestel y el grupo Cantoamérica (Still burning around, Merry woman, One
pant man), Herberth "Lenky" Glinton ( Mama come and take me home,
Nowhere like Limón, este considerado himno de la provincia de Limón), Robert
"Buda" Kirlew, Reynaldo "Shanty" Kenton, etc. Otros ritmos
son el baile de cuadrilla, traído por los inmigrantes jamaiquinos, y que tiene
influencias afroantillanas y británicas; el sinkit, más carnavalesco, las
comparsas, de origen africano y llegadas a Limón en 1949; el son, melodioso y
cadencioso; y la presencia del canto religioso tipo góspel, surgido de las
iglesias bautistas de la provincia limonense.
La música
amerindia era ante todo de carácter utilitario, es decir, que cumplía una
función determinada, en su caso especialmente religiosa: se le utilizaba ante
todo para acompañar los ceremoniales y las danzas dedicadas a tal o cual
deidad, por ejemplo, «Sibö», máximo dios bribri, o «Cha Cónhe» para los maléku.
Incluso la música para bailar, propia de festejos y celebraciones, se incluye
en esa categoría porque dichas festividades por lo general estaban asociadas al
culto religioso. Si bien no habían, por lo que se sabe, músicos
"profesionales" (en el sentido de que su única ocupación fuera la
música), sí había el oficio o gremio (en el sentido de un grupo selecto y
formado especialmente para ello) de músico, en el cual había aprendices,
maestros, y uno o dos músicos principales. La enseñanza era individual, con un
maestro a cargo de un aprendiz, al cual le enseñaba básicamente el dominio de
su instrumento y las melodías que habría de utilizar en las ceremonias. Se
tiene mejor suerte con respecto a sus instrumentos, aunque aquí hay que decir
que se conserva memoria histórica sobre todo de aquellos que por su propia
constitución y materiales han conseguido sobrevivir a la carcoma del tiempo.
Tradiciones,
costumbres, fiestas, bailes
Corrida de
toros "a la tica" en las Fiestas de Zapote.
Entre las
tradiciones costarricenses, se destacan festividades que combinan la influencia
indígena con la española, festividades cívicas y festividades populares.
Existen algunas celebraciones que reflejan la herencia indígena, siendo una de
las más importantes el juego de los diablitos de Boruca en Rey Curré, que se
celebra los fines de año en el cantón de Buenos Aires de Puntarenas. Algunas
fiestas religiosas reflejan sincretismos entre las creencias indígenas y la
tradición católica, como por ejemplo la Danza de la Yegüita en Nicoya, que se
celebra en honor a la Virgen de Guadalupe y está basada en una leyenda local, o
el baile de los indios promesanos durante la celebración del Cristo Negro de
Esquipulas en Santa Cruz de Guanacaste.
Entre las
celebraciones de índole folclórica y popular, destacan las fiestas de Zapote el
fin de año. También son populares las fiestas de Palmares. Cada pueblo tiene
también sus propias festividades locales, con algún factor distintivo propio de
cada comunidad (por ejemplo, la Fiesta del Tamal en Aserrí, la Chicharronada en
Puriscal, la Carrera de las Mulas en Parrita, la Fiesta del Boyero en
Escazú,[15] los Carnavales de Puntarenas o de Limón, etc), todas ellas contando
con denominadores comunes como la presentación de la mascarada tradicional
costarricense a ritmo de cimarrona, los topes y cabalgatas, los carnavales, las
corridas de toros "a la tica", la monta de toros, las carreras de
cintas y los turnos. Existen particularidades como las de la localidad de
Ortega de Bolsón (Guanacaste), donde se celebra la lagarteada (caza de un
lagarto que luego se libera) el Viernes Santo. Cada localidad tiene sus propias
festividades patronales. Otras celebraciones de importancia a nivel nacional
son la celebración del Día de la Madre el 15 de agosto; el desfile de los
faroles el 14 de septiembre (víspera del Día de la Independencia); la
decoración de carretas típicas, las pulperías de pueblo, etc.
Tradiciones
religiosas
La romería a
Cartago.
Costa Rica es
un país con libertad religiosa, donde la religión cristiana católica, con sus
celebraciones y festividades heredadas de la colonización española, sigue
siendo la de mayor número de seguidores, aunque la nación ha experimentado a lo
largo de los siglos XX y XXI un aumento de las denominaciones protestantes y
del número de ateos y agnósticos, además de la presencia de creencias
religiosas ligadas a etnias como el budismo, el judaísmo y el Islam, cada una
con sus propias manifestaciones culturales.
Entre las celebraciones
religiosas católicas más importantes, con impacto a nivel nacional, está la
romería a Cartago para visitar a La Negrita y agradecer o pedir favores, el 2
de agosto, además de la tradicional pasada de La Negrita en el mes de
septiembre. Esta creencia se basa en la aparición de la imagen de la Virgen,
una pequeña escultura de una mujer con un niño en brazos esculpida en una
aleación de jade, grafito y andesita, a una mujer indígena en el año de 1635,
en las afueras de la Puebla de los Pardos, una aldea cerca de Cartago. En el
sitio en que apareció la imagen se levantó la Basílica de Nuestra Señora de los
Ángeles. Los fieles atribuyen a la Virgen numerosos milagros o viajan para
solicitarle ayuda.
Se ha
considerado el culto a la Virgen de los Ángeles como un sincretismo religioso
que permitió satisfacer las necesidades espirituales de las masas campesinas
mestizas, mulatas y españolas de la época, permitiendo de alguna manera una
mayor integración de estos grupos sociales durante la Colonia y la posterior
cohesión de estos grupos para desarrollar una idiosincrasia costarricense.
Para el pueblo
que profesa la religión católica, es también importante la celebración del
Cristo Negro de Esquipulas, sobre todo en el cantón de Santa Cruz y el cantón
de Alajuelita, ubicado en el Valle Central. La reunión de Nochebuena el 24 de
diciembre y las procesiones religiosas de Semana Santa son otras festividades
con trasfondo religioso que se celebran tradicionalmente en el país.
Cuentos,
leyendas y supersticiones
Leyendas de
Costa Rica
Mitología
talamanqueña
Mitología guatusa
Cuentos y
leyendas de brujas, aparecidos, espantos y fantasmas abundan en distintas
partes de Costa Rica.
Transmitidas
originalmente por la tradición oral, las leyendas costarricenses pueden
clasificarse en tres grupos: leyendas de la tierra, leyendas de la religión y
leyendas de la magia. Se consideran fragmentos de la cultura de antaño,
generalmente son historias de origen derivadas de la cosmogonía indígena o
bien, cuentos con moraleja para las cosas como se veían y juzgaban en los
"tiempos de antes".
Las leyendas de
la tierra son leyendas propias de alguna zona geográfica del país que narran
hechos que ocurrieron en esos lugares y que influyeron para darle su estatus
actual, y que se caracterizan por su fuerte influencia indígena. Dentro de
ellas se citan las leyendas acerca del cerro Zurquí, del cerro Tapezco, del
volcán Irazú, del volcán Turrialba, de la isla de los Negritos, del tesoro de
la Isla del Coco, etc.
Las leyendas de
la religión como su nombre lo indica, tienen una fuerte tradición religiosa,
generalmente católica, que narra apariciones o manifestaciones de la voluntad
divina en suelo costarricense, como lo pueden ser la aparición de la Virgen de
los Ángeles en Cartago, los milagros del Cristo Negro de Esquipulas en Santa
Cruz de Guanacaste y la aparición de la Virgen de Guadalupe en Nicoya en la
forma de una yegua negra, que se celebra anualmente con la tradicional Danza de
la Yegüita.
Las leyendas de
la magia se encuentran dominadas por la presencia de los espantos, espectros
fantasmagóricos que en general tienen una función moralizadora. Muchas de ellas
surgen de la interacción de las creencias españolas con cuentos indígenas
locales, propios de toda América Latina, que en Costa Rica tienen también su
propia manifestación particular: la Llorona, la Cegua, el Cadejos, el Padre sin
cabeza, la Carreta sin bueyes, la Tulevieja, el Viejo del monte, el Diablo
Chingo, el fantasma del llano, el Cuijen (Pisuicas o Chamuko), la Bruja Zárate,
las brujas de Escazú, los duendes, la Monja del Vaso, la Mona, el Micomalo,
etc.
Existen
supersticiones arraigadas en la cultura popular como la práctica de magia
blanca y magia negra, los agüizotes, el mal de ojo, la creencia en las limpias
y los curanderos, los santos seculares
Mascarada
tradicional
Feria de la
Mascarada en Barva de Heredia.
Mascarada
tradicional costarricense
La mascarada
tradicional costarricense tiene sus orígenes en la época colonial, relacionada
con la tradición española de los gigantes y cabezudos, aunque incluye diversos
elementos que se remiten al pasado precolombino, con influencias de comunidades
indígenas autóctonas, lo que le da a su origen un carácter pluricultural y
sincrético. Las máscaras, también conocidas como “mantudos” o “payasos”, son
personajes elaborados de forma artesanal utilizando materias primas como madera
de balsa, barro, yeso, papel y goma a base de harina y agua, las cuales una vez
finalizadas se montan sobre una armazón de hierro, se les reviste de trajes
coloridos (mantas, de allí el nombre “mantudo”) y se les lleva a desfilar por
las calles de las comunidades durante las celebraciones cívicas o religiosas,
bailando al son de música de cimarrona y persiguiendo a los asistentes.
La elaboración
artesanal de los mantudos es una tradición que se mantiene muy vigente en la
actualidad, especialmente en cantones como Escazú, Barva, Cartago, Aserrí,
Oreamuno, Desamparados y otros, con destacados artesanos mascareros que se han
distinguido a través de la historia por la calidad de sus trabajos y por la
herencia de su arte de padres a hijos. A través de los años, se han creado
personajes icónicos como la Giganta, el Diablo, la Muerte, la Segua, la
Minifalda, las brujas, etc, que se consideran básicos en cualquier mascarada,
aunque en la actualidad también se incluyen máscaras que representan personajes
de la cultura popular, celebridades o políticos. Desde 1996, se celebra en el
país el Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense, el 31 de
octubre, con la finalidad de rescatar esta antigua tradición y a la vez
combatir la influencia cultural de celebraciones ajenas a la cultura nacional,
como el Halloween.
CONCLUSIÓN
Llegamos a la
conclusión de que las tradiciones costarricenses son las que nos identifican de
los demás países del mundo tanto en los bailes, las creencias, leyendas,
religión
También hay que
seguir con estas costumbres para no llevarlas a perder y hacer de nuestro país
un lugar más culto para los jóvenes y las próximas generaciones.
También hay que
hacer las tradiciones y comprender que son para enseñar a las demás persona
sobre ellas para mantener nuestras costumbres para futuras generaciones tanto
la de nuestros hijos en adelante ya que
hoy en día muchas tradiciones se están perdiendo y hay que recuperarlas por eso
representa nuestro país
Recomendaciones
Se recomienda
siempre ir a las fiesta culturales de nuestro cantón ya que hay estaremos viendo
sobre la cultura de nuestro país
Se recomienda
trabajar y participar en estas fiestas para enseñar a los demás sobre las
culturas y que en un futuro ellos participen también
Se recomienda
llevar a los más pequeños y a los jóvenes a estas fiestas o estas tradiciones
para que ellos aprendan sobre eso y que en un futuro ellos les enseñen a sus
hijos para que no se pierda la cultura
Anexos
Bibliografía
Google imágenes
http://guiascostarica.info/costumbres/
https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_Costa_Rica
https://bienvenidoacostarica.wikispaces.com/Tradiciones